Durante nuestra existencia, ocurre un proceso al cual Don Miguel Ruiz le llama “La domesticación de los seres humanos”, en el cual no se le da la oportunidad al niño de escoger ni su lenguaje, ni su religión, ni sus valores morales.
Para comprendernos y comunicarnos, utilizamos acuerdos transmitidos de una generación a otra en forma de palabras que se asignan a las cosas para distinguirlas y poder llamarlas de algún modo. Al estar de acuerdo con algo, nos lo creemos y le llamamos fe.
Durante el transcurso de nuestra vida, hemos realizado un sinnúmero de acuerdos con Dios, con la sociedad, con nuestros padres, con nuestros hijos; pero los acuerdos más importantes son los que hemos hecho con nosotros mismos. Aquellos que nos dictan quiénes somos, cómo somos, qué sentimos, cómo debemos comportarnos, los cuales definen nuestra personalidad.
Si nuestra vida no nos gusta, porque no sentimos plenitud ni alegría, es tiempo de cambiar los acuerdos que establecimos como verdaderos. Cambiando nuestros acuerdos (creencias), podemos darle un giro de 180° a nuestra vida y lograr la felicidad.
A continuación, presentamos Los Cuatro Acuerdos que Don Miguel Ruiz recuperó de la Sabiduría Tolteca, para transformar nuestra vida y comenzar a vivir nuestro sueño personal del cielo.
PRIMER ACUERDO: SÉ IMPECABLE CON TUS PALABRAS.
La palabra es creación, y el ser impecables significa no ir en contra de ti mismo, asumir tu
responsabilidad, pero sin juzgarte ni criticarte.
LA PALABRA ES EL DON MÁS PODEROSO QUE TENEMOS LOS SERES HUMANOS.
La cantidad de amor que sientes por ti mismo, es proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecables con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz.
SEGUNDO ACUERDO: NO TOMES NADA PERSONALMENTE.
Según nos dice Don Miguel Ruiz, tomarse las cosas personalmente, quiere decir que estás de acuerdo con lo que los demás dicen y tan pronto como estés de acuerdo, aceptarás el veneno que alguien guarda consigo.
No tomes nada personalmente, aún si es un insulto directo a tu persona, pues lo que los demás dicen o hacen corresponde a los acuerdos que han establecido con ellos mismos y es su propia proyección, es decir, hablan de lo que sienten en su corazón conforme a los acuerdos que tomaron en su propia domesticación. Tú no eres responsable de las opiniones y los actos de los demás, si te comes esa basura la conviertes en tu propia basura emocional, al no tomarse nada personalmente, serás inmune al veneno, siendo la inmunidad un don de este acuerdo que creas contigo mismo.
TERCER ACUERDO: NO HAGAS SUPOSICIONES.
La gran mayoría de los seres humanos hacen suposiciones. Hacemos conjeturas y prejuzgamos situaciones que muchas veces ni han sucedido.
Suponemos algo, comprendemos mal las cosas, lo tomamos personal y el resultado es…
¡Dramático!
Casi todas las tristezas de los seres humanos, proviene de las
suposiciones que hace. Por ejemplo, en las relaciones sentimentales, suponemos que nuestra pareja sabe lo que queremos que haga, o que actúe de determinada manera, pero no se lo decimos, porque suponemos que ya debe saberlo. Si nuestra pareja no hace lo que nosotros suponíamos que debía hacer, nos sentimos grandemente ofendidos y lastimados porque suponemos que no nos ama o que no le importamos.Para evitar suposiciones hay que preguntar y aclarar las cosas, si no entiendes algo pregunta, cuando escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque conocerás la verdad. Al comunicarte de esta manera, tus palabras se vuelven impecables.
CUARTO ACUERDO: HAZ SIEMPRE LO MÁXIMO QUE PUEDAS.
ANTE CUALQUIER SITUACIÓN, HAZ SIEMPRE LO MÁXIMO QUE PUEDAS.
Sin importar qué actividad realices, o qué proyecto emprendas, limítate a hacer lo máximo que puedas, ni más ni menos. No te esfuerces de más, pues eso te agotará y te será difícil alcanzar tus objetivos y si haces menos de lo que eres capaz, te culparás por no lograr lo que querías realizar y te reprocharás no haber hecho lo máximo que podías.
Haz siempre lo máximo que puedas. Actúa porque amas hacerlo y no porque estás forzado o es un deber. Cuando haces lo máximo que puedes, no parece que trabajas, porque disfrutas lo que haces, te sientes feliz, emprendes la acción porque gozas con ella.
Si haces lo máximo que puedes, siempre te sentirás bien contigo mismo. Porque has puesto lo mejor de ti, aunque aún hagas suposiciones, aunque sigas tomando las cosas personalmente y todavía no seas impecable con tu palabra, todo esto se debilitará y te convertirás en un maestro de la transformación, pues pusiste tu empeño en hacer siempre lo máximo que puedes bajo cualquier circunstancia y ante cualquier situación.