Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto y a quien había resucitado de los muertos. Y le hicieron allí una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.
( SAN JUAN 12:1-3)
El pasaje bíblico antes mencionado hace alusión a un lugar llamado Betania, cuyo significado bíblico es Casa de Dios, una pequeña e insignificante aldea, aproximadamente ubicada a tres kilómetros de la ciudad de Jerusalén. Un lugar que se distingue y sobresale en el contexto de las Sagradas Escrituras por ser un lugar muy especial, mas no por su flora, fauna, orografía o hidrografía sino que, por implicación, entendemos que era un lugar donde a Jesús le gustaba estar, visitar y permanecer allí. Sí, era un lugar donde Jesús, el hijo de Dios se complacía en visitar.
En ese lugar vivía una familia, Lázaro, María y Marta, amigos de Jesús, quienes tuvieron la extraordinaria oportunidad de conocer a Jesús personalmente, el grande privilegio y alto honor de abrirle las puertas de su hogar, y sobre todo de su corazón, de recibirle en su humilde casa, de mostrarle toda la amabilidad y hospitalidad posibles, ni más ni menos que a Jesús, Rey de Reyes y Señor de señores. Además, tuvieron la oportunidad de servirle, de expresarle con hechos más que sólo con palabras, cuánto le anhelaban y reconocían como el Mesías prometido, cuánto le honraban como el Salvador del mundo, cuánto le amaban porque Él les amó primero y hasta el fin.
Sin duda que Betania, era una casa donde a Jesús le agradaba estar, posar, habitar. Pero, ¿cuáles son algunas de las características que distinguen a esta familia amiga de Jesús y que nos dejan lecciones espirituales a los creyentes de todos los tiempos?
¿cómo es el lugar donde hoy en día Jesús quiere también habitar? Porque si algo debemos anhelar es precisamente eso, que la visitación y la presencia de Jesús por medio del Espíritu Santo, sea una realidad y experiencia permanente de todo aquel que le reconoce como su Salvador personal, que le confiesa con su boca que Él es el Señor y cree en su corazón que Dios le levantó de los muertos y que pueda decir como aquellos caminantes de Emaús, después del glorioso amanecer de la Resurrección: “sentíamos que ardía nuestro corazón al estar con nosotros, al mencionarnos las Escrituras, al caminar a nuestro lado, al experimentar su presencia.”
Si de algo estamos seguros es que la experiencia de la presencia de Jesús en la vida de una persona transformará radicalmente su vida, nunca será la misma.
Cierto, la familia de Betania, fue una familia grandemente favorecida ya que se deleitó en la presencia de Jesús de manera entrañable y cercana. Podemos afirmar que experimentaron la presencia de Jesús de tres maneras:
Por medio de la fe en Él.-Las Escrituras especifican que seis días antes de la Pascua, de dar su vida voluntariamente, de sufrir, cargar la cruenta cruz, de morir por nosotros en el monte del calvario, Jesús visita a esta familia. Sí, porque allí había quienes creían en él, habían depositado su fe en Él como el Mesías prometido, el Cristo, el Ungido de Dios, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
…que habite Cristo por la fe en vuestros corazones.
( Efesios 3:17 )
No es lo mismo conocer de Jesús que conocer a Jesús. El éxito, el fruto y gozo de la fe cristiana radica precisamente en eso, en una relación cercana personal con Jesucristo por medio de la fe en Él.
No de manera intelectual, humana, si no espiritual. La Biblia dice que un hombre importante llamado Nicodemo, quería conocer a Jesús y escuchó de Él estas palabras:
El que no naciere de nuevo no puede ver ni entrar en el reino de Dios. Tienes que nacer de nuevo, de agua y del espíritu.
( Juan 3:3-7 )
Es cuestión de fe, al que cree todas las cosas le son posibles.
Por medio de las pruebas.- “Como la serpiente entró en el paraíso, así también la aflicción entró a este tranquilo hogar de Betania.” ( Charles Spurgeon). Lázaro, uno de los amigos entrañables de Jesús e integrante de esta apreciable familia de Betania, había experimentado unos días antes la realidad de la muerte. Estando aún enfermo, sus hermanas le enviaron el siguiente mensaje a Jesús: “he aquí el que amas está enfermo.” Sin embargo Jesús no acude de inmediato y la aflicción visita, llega a este hogar. Los reproches y cuestionamientos se hacen presentes: “si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto”, le dijo una de sus hermanas. Definitivamente nunca faltarán los porqués en situaciones como éstas, pero sabemos que Dios permite las pruebas, los momentos de dolor y sufrimiento, con un propósito sabio y soberano: para que le conozcamos más. Porque en momentos así es donde somos cribados y zarandeados como al trigo para mostrarnos su poder aun sobre la muerte y para que su Nombre sea glorificado. «En el mundo tendréis aflicción mas confiad, yo he vencido al mundo», dijo Jesús. Sin duda, la resurrección de Lázaro fue un milagro impactante y de gran influencia para salvación de muchos que creyeron en Él.
Por medio de la adoración.- Adorar es postrarse, reconocer y honrar a Dios no solo de labios sino de todo corazón y esto es un asunto de alta prioridad, porque cuando le adoramos en espíritu y en verdad, la presencia de Jesús se hace presente. Él sigue buscando verdaderos adoradores, en espíritu y verdad y no sólo voces superficiales y música hueca que gritan eventualmente ¡Hosanna!, cuando las cosas salen bien, pero que en el interior de sus corazones fríos e indiferentes proyectan muerte y declaran en tiempos de prueba: ¡Crucifíquenle!
Dice la Biblia que María, se postró humildemente a ungir los pies de Jesús, con un perfume de nardo puro, de mucho precio y la casa se llenó de su perfume. Fue una adoración sincera, una entrega y servicio auténtico e incondicional, ese perfume fue olor grato, recibido y aceptado por Jesús como una expresión de gran amor y profundo agradecimiento. Él habita en medio de las alabanzas de su pueblo.
Apreciable lector, Dios está buscando hoy en día un corazón bien dispuesto, alguien donde mostrar y manifestar toda su compasión y bendición, toda su gloria, donde hacer notorio su poder. Un lugar así como el de Betania, donde reposar y dar el descanso a las almas y manifestar su paz inefable que sobrepasa todo entendimiento. Te invito a que pongas tu fe en Jesucristo, que creas que Él te ama, que Él murió por ti, que resucitó y vive, que está a la diestra de Dios intercediendo por nosotros. Cree que Dios es un Dios de oportunidades.
Él te habla hoy y te dice:
«Venid a mi todos los que estáis cargados y cansados que yo os haré descansar»
Acepta hoy a Cristo como tu Salvador y hazlo tu único camino que te lleva a Dios.
Que la paz de nuestro Señor Jesucristo sea contigo y con toda tu familia. ¡Shalom!