Cada vez se escucha más que necesitamos terapia. Que esto nos va ayudar a ser más productivos y que no es algo malo, que todos de vez en cuando necesitamos desahogarnos. Si estás pensando con quién ir y aún no te decides, hay que tomar en cuenta los siguientes puntos.
ANTES DE ELEGIR
Pregunta cuántos años de experiencia tiene, sus cursos, estudios y certificados.
Debes sentirte cómodo con el terapeuta, si sientes que no hacen clic en la primer sesión, no es el indicado. Puede que hasta sientas desconfianza y eso no va a funcionar.
Incluso te debe caer bien y ofrecer un clima de ayuda verdadera.
PREGUNTA LO SIGUIENTE:
Cobrar:
Hay quienes cobran desde la primera cita el mismo precio, y te dicen que te quieren ver 2 veces por semana. Pero cuidado cuando te dicen que “no te preocupes”, que después se arreglan, no vaya a ser que en la segunda o tercera sesión, ya te pesque sin lana y te sientas incómodo.
Es complicado elegir a alguien en quien vas a tener que confiar y además pagarle, porque normalmente pensamos en confiar en nuestros amigos y contarles nuestros issues, pero un buen terapeuta no te va a decir lo siguiente:
“Manejo todas las técnicas y te garantizo que estarás bien”.
“Soy experto en tratar este tema en particular”. Ojo: No hay dos casos iguales.
“No me des opiniones, yo soy el que sabe y conoce”.
Te cuenta la historia de otros pacientes con nombre y dirección.
“Me interesa saber qué tienes. Quiero hacer tu diagnóstico”. Recuerda que tienes un problema, no eres el problema.
“Necesito que vengas varias veces por semana en lo que te independizas y tomas mejores decisiones”.
“No me preguntes qué esperar del tratamiento que te voy a dar, tú sólo relájate”.
“Yo te voy aconsejar y decir qué hacer en las situaciones”. No, ellos están para guiarte y asesorarte.