ISIDRO ANTONIO GONZÁLEZ
LM.- Don Isidro, ¿Qué lo motivó a entrar al mundo de la radio comunicación como aficionado?
IG: Desde que comencé a escuchar el radio cuando estaba en la primaria, oía las noticias internacionales y empecé a tener acercamiento a lo que eran las transmisiones y seguido oía «que se salvó un barco», que hubo una comunicación entre dos aficionados, «que salvaron a unas personas» o intercambio de ideas en el aspecto de la comunicación. Ahí comencé a escuchar con un radio de galena y después las comerciales, un buen día dije quiero ser un radioaficionado y me dediqué a estudiar un poco la manera de acercarme a ese pasatiempo. En 1910 empezó la radio afición en el mundo y tuvo mayor fuerza entre 1920 a 1930. Se empezaron a usar diferentes frecuencias que asignaban los diferentes gobiernos del mundo, ya para 1930 había como 55 países adheridos a esa Unión Universal de Radio Operadores que transmiten pero no con el fin de lucro si no de ayuda a la comunidad e intercambiar ideas entre las personas.
LM.- ¿En qué consiste ser un radioaficionado?
IG: Pues un radioaficionado tiene ciertas normas, por ejemplo hay que saber decir lo que uno quiere en el radio, al entablar una conversación, usar el mejor lenguaje, tratar de evitar temas políticos y religiosos porque esos no van con la radio afición. Hay que pasar unos exámenes, en el tiempo que yo lo pasé, había que aprobar primero un examen de telegrafía mínimo de 10 palabras por minuto y un examen teórico y en el que todos los demás teníamos que ir al Palacio Federal porque ahí nos hacían el examen teórico y oral para reunir los requisitos. Después nos mandan llamar a otra parte a Tampico, a Monterrey a pasar el examen de telegrafía y ya una vez aprobado ya le venían a uno los indicativos que son letras que lo identifican a uno por ejemplo: XE2 AAL que son las propias que tengo. El gobierno le asigna por números, en México hay sectores: XE1, XE2 XE3 y XE4 que son las islas y las demás son tierra firme y esa es la manera en que empieza uno a introducirse en el radio y es necesario llevar un libro con el registro de en qué frecuencia, la hora calidad de sonido que tenía la estación.
LM.- ¿Y esos exámenes los ponía el gobierno o alguna otra institución?
IG: Eso lo establecía la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
LM.- Con esta revolución que vivió usted que ya había más aficionados ¿logró contactarse con otros radios aficionados de otra ciudad o incluso de otros países?
IG: Sí. Comienzan las satisfacciones porque uno empieza a comunicarse aquí cerquita de un estado a otro, y de repente ya estás comunicándote a: Argentina Perú, Venezuela, Colombia, Chile, Estados Unidos y de repente «brinca uno el charco», el charco grande y comunica con Inglaterra, Alemania, Las Costas de África, Japón, Indonesia y se empieza a sentir «ese algo» que lo hace sentir radioaficionado. Para confirmar eso uno cambia unas tarjetas de comunicado, uno pone la frecuencia, la hora y todos los detalles en las comunicaciones; tengo varias de otros países Japón, Yugoslavia, Italia, Alemania, Israel, España, Francia son esas tarjetitas son el premio, el premio del comunicado que es lo que hace, es una obligación moral intercambiar, mandar la tarjeta, recibir para comprobar que la comunicación en este caso el QSO en un lenguaje que se usa haya sido establecido.
LM. Nos comenta que ha convivido, a través de esta comunidad alrededor del mundo, ¿recuerda algún evento significativo?
IG: Aquí en Nuevo Laredo he participado en eventos del Club de Radio Aficionados del Norte, un evento muy significativo fue cuando el terremoto de septiembre en 1985, nos fuimos al Club que pertenezco y nos organizamos en turnos para ver en qué podíamos ayudar a la población y venían personas que querían comunicarse con su familia, entonces nos comunicábamos con México y allá una estación que nos estaba atendiendo y ellos se encargaban de llamar por teléfono a las diferentes personas y nos regresaban la información y ya se la proporcionábamos a los que la estaban esperando, eso fue en los primeros momentos, ya en la tarde cuando la cosa había pasado ya no podíamos dar el servicio así tan basto, manejamos miles de llamadas y hubo muchas respuestas unas muy favorables y otras no tanto pero sí cumplimos con la misión.