Por: Pastor Joel Sergio Ramírez
El apóstol San Pablo al inicio de su ministerio de la predicación del Evangelio, fue duramente criticado e incluso menospreciado dentro de la naciente iglesia cristiana por quienes no le reconocían su liderazgo espiritual y autoridad apostólica. Argumentaban en su contra la ausencia de dos requisitos indispensables para ser considerado apóstol: haber sido discípulo durante su ministerio terrenal y ser testigo vivencial de la resurrección de Jesús. Sin embargo, Pablo, en su legítima defensa, afirmó que fue el mismo Señor Jesucristo quien directamente lo llamó y lo comisionó como apóstol en aquella impactante experiencia de salvación en el camino a Damasco (Hechos 9). Como argumento contundente, a manera de estocada final ante sus detractores comparte en su carta a los Corintios su experiencia personal al haber sido arrebatado hasta el Tercer Cielo, el Paraíso de Dios.
“No me conviene gloriarme”, les dice con sinceridad, “pero vendré a las visiones y revelaciones de Dios”. Sin embargo, aclara que para que la grandeza de dichas revelaciones no lo envanecieran ni exaltasen desmedidamente, le fue dado un aguijón en su cuerpo. Cierto, se han externado diversas conjeturas y algunas suposiciones por implicación sobre la naturaleza de dicho aguijón, pero en lo que estamos de acuerdo es que se trataba de un problema personal en el ámbito físico. Simplemente hacía referencia a una necesidad con la que luchaba todos los días y que le afectaba corporalmente. Además, comparte que tres veces le había rogado a Dios que se lo quitara, más su respuesta fue la siguiente: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad” …”Pero Él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo (2 Corintios 12:9 (NVI))”. Sí, en otras palabras, y a manera de paráfrasis personal, Dios le dice: Pablo conozco tu problema, sé tu necesidad, conozco tu condición humana, me acuerdo que eres polvo, pero quiero que entiendas de una vez por todas que mi gracia te es suficiente, es lo único que tú necesitas, no necesitas más, con eso te basta. Bástate mi gracia. Pero, ¿qué es gracia? A manera de definición podemos decir que básicamente es el favor inmerecido de Dios hacia el ser humano. Sin duda un tema recurrente en las páginas de la Biblia, y que culmina en el Nuevo Testamento con la venida de Jesús. “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo (Juan 1:17)”. Cabe decir que la palabra traducida como «gracia» en el Nuevo Testamento proviene de la palabra griega “charis”, que significa «favor, bendición o bondad» De tal manera que gracia significa que Dios nos escoge para bendecirnos en lugar de maldecirnos, a pesar de que nuestro pecado así lo merece. Es su sublime benignidad a disposición de todo aquel que se acerca a Él.
Algunas verdades espirituales acerca de la gracia La gracia viene de Dios. Sí, Dios es la fuente inagotable de toda dádiva y todo don perfecto, es la misma naturaleza de Dios. La gracia viene de arriba, directamente del cielo. Son los recursos divinos inagotables, es toda la basta provisión divina a nuestro favor en Cristo Jesús. Ahora entendemos por qué el himnólogo expresó inspirado “Lluvias de gracia, lluvias pedimos Señor, mándanos lluvias copiosas, lluvias del Consolador”. La gracia es toda suficiente. ¡Bástate mi gracia! Es decir, ante un problema serio, real, que cansaba, lo desesperaba en el desarrollo de su ministerio, Dios quería que dependiera absolutamente de Él, quien era capaz de satisfacer cualquier necesidad. Que su confianza en toda circunstancia estuviera puesta en el mismo Dios, el Shadai que experimentó Abraham, el padre de la fe. Por lo tanto, la gracia de Dios es multiforme y superabundante, capaz de suplir cualquier necesidad. Por eso, Pablo declaró en su momento ¨Todo lo puedo en Cristo que me fortalece¨. La gracia nos da poder.- El “dunamis” de Dios a nuestra disposición para vencer, seguir adelante, no retroceder, cumplir el propósito que ha determinado. La gracia se perfecciona, se activa y se hace evidente mientras más nos acercamos y dependemos de Dios. Definitivamente se requiere de nuestro sometimiento, permanecer humillados y postrados en total rendición a Su perfecta voluntad para exaltar a Cristo y glorificar a Dios. Ante nuestra insuficiencia e incompetencia humana, Él hace por su gracia notorio su poder en nosotros. La Biblia registra en el libro de los Hechos que la vida de la iglesia naciente del Señor se caracterizaba por la abundante gracia que era evidente en cada uno de ellos. Hoy en día, Dios nos invita precisamente a acercarnos al trono de Su gracia para alcanzar misericordia y encontrar el oportuno socorro. Hay gracia disponible para tu vida y no se ha agotado, es para hoy sin importar las circunstancias. Su gracia es suficiente para salvar a aquel que vive alejado de Dios, para perdonar todo pecado, para liberar a los cautivos y sanar a los quebrantados de corazón. Mas la pregunta obligada es: ¿Cuántos quieren verdaderamente venir a Él y decirle de todo corazón “Dios mío, te necesito; dame Señor más y más de tu abundante gracia cada día, en el nombre de Cristo, Amén?”. Que la paz de Jesucristo gobierne sus pensamientos y corazones, ¡en Cristo Jesús Shalom! Iglesia Cristiana Shalom Nayarit 1055