Mi Viaje y lo que Aprendí en Japón

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Por: Linda Hernández – Empresaria

A mediados de Marzo del año pasado tuve la oportunidad de visitar Japón por 10 días. Te voy a compartir lo que aprendí y disfruté de este viaje.

Sin duda era el momento de aprovechar al máximo los días de mi estancia para conocer todos los lugares que estaban en mi itinerario, abordando trenes, líneas de metro, autobús, ferris y tren bala, pero algo simple como el transporte público se convirtió en una aventura, que con la ayuda de un modem móvil que pude rentar en el aeropuerto pude tener acceso a internet y llegar a cada uno de los destinos.

Ahí tomé un Ferri que me llevó a la Isla de Miyajima una isla con santuarios sintoístas, restaurantes tradicionales y hasta un teleférico con una vista hermosa, también está llena de ciervos ya que antiguamente se consideraban sagrados y actualmente conservados y protegidos como patrimonio.

Conocer el museo de la paz en Hiroshima puede ser conmovedora ya que conoces a detalle lo sucedió aquel triste día.

Para llegar a la estación que me llevaría a Osaka me perdí, y pude darme cuenta la amabilidad por la que se les caracteriza a los japoneses, un señor se percató que estábamos perdidos y no dábamos con la parada de autobús con nuestras maletas, me dejó en la estación de autobús que me llevaba a mi destino y él muy amable esperó a que llegara el autobús que tenía que subir.

Osaka y Tokio son impresionantes, es como si fueran muchas ciudades a la vez con una temática particular cada una, ya sea que una se concentre en la moda, tecnología, mercados, templos, museos, demasiados campos de béisbol, estaciones de metro que parecen centros comerciales donde encuentras hasta cines, escuelas de idiomas, restaurantes, todo esto en la estación de metro. Puedes pasar de estar en edificios que impactan a nivel visual con mucho tráfico y multitudes de gente a estar en lo más tradicional templos budistas o santuarios sintoístas usando kimono.

Es sorprendente el respeto que tienen al espacio público, como el no tener botes de basura en las calles y estar impecables, me vi obligada a cargar mi basura y tirarla al llegar a mi hospedaje, además lo limpio y puntual que es el transporte público, ya que no cruzan la calle si el semáforo no se los indica. Una de las cosas que vi y me hizo sentir más segura durante mi estancia fue que dejé olvidado mi celular en el baño de un museo, regresé casi dos horas después y ahí estaba.

Un día pedí mi platillo pequeño para probar primero y si me gustaba volvía a repetir, pero algo que repetí muchas veces fue la sopa ramen y los pancakes que son muy particulares.

Algunas tiendas en particular tienen su propia cafetería, yo visité la agencia Nissan porque tenían exhibición de coches deportivos ahí, me tomaron una foto y la imprimieron en mi café.

 

Tokio me despidió con el florecimiento del sakura o la flor de cerezo, uno de los símbolos más representativos de la cultura japonesa.

Diez días no son suficientes para decir que conocí por completo un país, hay muchísimo qué aprender y admirar, me gustó tanto que me fui pensando cuándo volver.

A muy grandes rasgos, mi veredicto es el siguiente: Japón es un país amable, muy seguro y fácil de recorrer. Es caro, aunque hay varias maneras de ahorrar. Y, sobre todo, es una cultura sorprendente, llena de reglas, contradicciones y enseñanzas. No hubo un día en el que no sintiera que estaba en otro planeta.

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