El Estanque de Betesda

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Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.

Betesda es un lugar que se menciona en los Evangelios y cuyo significado bíblico es: casa de abundante  gracia, de favor inmerecido,  lugar donde Dios derrama  abundantes bendiciones, donde brota generosamente un manantial de restauración divina.

Es precisamente allí, según el pasaje bíblico arriba mencionado, el lugar donde Jesús se presenta, ciertamente no por casualidad ni por azares del destino, sino para mostrar su poder y su gloria y para obrar por su sola palabra, un gran milagro: la sanidad de un paralítico. Además, sin duda, para evidenciar su gran compasión por los enfermos, por los necesitados, por aquellos que tienen necesidad del Médico de médicos.

Jesús, a su paso por este mundo, siempre veía a las multitudes con ojos de compasión, como ovejas sin pastor, como almas perdidas, que deambulan por la vida, sin Dios y sin esperanza. Pero, gracias sean dadas  a Dios, que envió a su Hijo Jesús, aquel  Verbo de Dios que se hizo carne, quien dejando su trono de gloria, habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad.  Sí,  Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Hoy en día existen por doquier en el mundo, multitud de personas que viven sin esperanza, que están imposibilitadas, humanamente hablando, para solucionar sus problemas. Tal vez lo han intentado todo, hasta han malgastado su tiempo y su dinero sin ver resultados.

Este personaje que mencionan las Sagradas Escrituras, identificado simplemente como el paralítico de Betesda, tenía todas sus expectativas en el movimiento del agua para recibir su milagro. Cierto, siempre es bueno tener esperanza, bien dicen que es lo que debe morir al último, lo que nunca debe perderse, pero lo verdaderamente importante y significativo es, ¿en qué o quién hemos depositado todas nuestras esperanzas?  Tal vez sea en algo incierto, sin fundamentos, producto de la imaginación o de la charlatanería. Pon toda tu esperanza en Jesús, el autor y consumador de la fe en el cual no hay mudanza ni sombra de variación.

Este encuentro del paralítico de Betesda con Jesús sin duda nos deja valiosas lecciones espirituales que nos conviene reflexionar y atesorar.

Primeramente:

Jesús puso sus ojos en una sola persona.

Pero, ¿por qué precisamente en él, habiendo tantos? Podríamos  tratar de racionalizar inútilmente aquello que es superior a nuestra razón y a nuestra conciencia, pero podemos imaginar que tal vez alguien le habló a Jesús de él, intercedió por él, le dio testimonio de su condición durante ya 38 años. Dios está buscando alguien que esté dispuesto a ponerse en la brecha, hacer vallado, que clame y ruega por otros. Pero también podemos afirmar que  simplemente fue así, porque El así lo quiso y descansar plenamente en su soberanía, porque definitivamente como dice la Escritura: No es del que quiere ni del que corre, sino del que Dios tiene misericordia. Qué bueno es saber que sí le importas a Dios, que Él conoce tu vida, tu condición, se acuerda de que somos polvo, Él oye, Él ve y Él decide actuar a nuestro favor, porque Él es bueno y para siempre  es su misericordia. Mucho  tiempo sufriendo así, demasiado, pero para Jesús no hay límites, Él todo lo puede. Él tiene hoy  sus ojos de misericordia puestos en ti.

Jesús le preguntó si quería ser sanado.

Dicen que la resignación es pariente de la frustración, bueno, lo cierto es que Dios respeta nuestra decisión, se acerca, nos habla pacientemente y nos pide entrar a nuestro corazón. A veces nos conformamos, nos damos por vencidos, porque tal vez hemos perdido la FE. Recuerda, la incredulidad ata las manos de Dios,  porque sin FE es imposible acercarse y agradarle. ¿Qué tanta necesidad tienes de recibir la ayuda de Dios, la

anhelas, estás buscando un milagro con todo  tu corazón? Al que cree todas las cosas le son posibles.

Jesús mostró su poder y su gloria.

Jesús  tiene toda autoridad sobre toda enfermedad. En cierta ocasión, en medio de la tempestad y vientos huracanados, Él simplemente ordenó al mar embravecido: ¡Calla, enmudece! Y hubo grande bonanza. Ante  lo cual los presentes dijeron maravillados: “¿quién es este hombre que aun los vientos y el mar le obedecen?” Jesús tiene toda potestad, es el Señor de la creación. Él es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos. Había distintos  lugares

donde Jesús pasaba pero no en todos  hacia milagros por causa de la incredulidad, por la dureza de corazón, no arrepentido.

Tal vez has estado intentando alcanzar la sanidad y la paz para tu alma, sanar de esa culpa que te atormenta tal vez ya por mucho tiempo,  por causa de tus delitos y pecados, y vez tras vez, intento tras intento no hay sino fracaso, desconsuelo y frustración, porque la carne no puede sujetarse a la ley del  Dios santo. Pero, ¡oh gracia sin igual la de Jesús!, porque en el momento en que las fuerzas del hombre terminan es donde se manifiesta el poder de Dios, poder para salvar y para sanar física, emocional y espiritualmente. Sólo Jesús puede salvarte, sanar la llaga de tu pecado.

Tal vez has estado intentando alcanzar la sanidad y la paz para tu alma, sanar de esa culpa que te atormenta tal vez ya por mucho tiempo,  por causa de tus delitos y pecados, y vez tras vez, intento tras intento no hay sino fracaso, desconsuelo y frustración, porque la carne no puede sujetarse a la ley del  Dios santo. Pero, ¡oh gracia sin igual la de Jesús!, porque en el momento en que las fuerzas del hombre terminan es donde se manifiesta el poder de Dios, poder para salvar y para sanar física, emocional y espiritualmente. Sólo Jesús puede salvarte, sanar la llaga de tu pecado.

Te invito a que  pongas tu FE en Jesucristo, que creas que Él  te ama, que Él murió por ti, que resucitó y vive, que está a la diestra de Dios intercediendo por nosotros. Cree que Dios es un Dios de oportunidades. Él te habla hoy y te dice: “Venid a mi todos los que estáis cargados y cansados que yo os hare descansar”.  Acepta hoy  a Cristo como tu Salvador y hazlo tu único camino que te lleva a Dios.

ORACION POR SALVACIÓN.

“Señor Jesús: Reconozco que soy pecador. Te pido con todo mi corazón que perdones todos  mis pecados. Creo que  diste tu vida por mí en la cruz. Confieso con mi boca que Tú eres el Señor y mi único y suficiente Salvador. Jesús entra y habita desde hoy  en mi corazón, sáname y sacia la sed de mi alma y ayúdame a serte fiel todos los días de mi vida.”

Que la paz de nuestro Señor Jesucristo sea contigo y con toda tu familia. ¡Shalom!

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