La Fe Del Centurión

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¿Has escuchado alguna vez hablar de La Fe del Centurión?

Por el Pastor, Joel Ramírez

La Biblia tiene en sí misma toda la autoridad y potencial divino, porque está respaldada y juramentada por Dios mismo. A través de ella fluye toda la energía y el poder sobrenatural divino. Creemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios (Hebreos 11:3) y que está respaldada por toda su omnipotencia ilimitada capaz de hacer cosas extraordinarias y sobrenaturales: “Envió su Palabra y les sanó y los libró de su ruina.” (Sal 107:20)

Sí, pero hay que decirlo, la palabra de Dios actúa, tiene efectos poderosos y sorprendentes cuando va acompañada de fe. Cuando la recibimos en nuestro corazón y la creemos con plena certidumbre, sin lugar a dudas.

Respondió el Centurión y dijo:

“Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; más solamente di la palabra, y mi siervo sanará.” (Mateo 8:8)

La narrativa del Evangelio según San Mateo sobre un hombre identificado como el Centurión Romano, es sin duda un claro ejemplo de fe, de confiabilidad y de credibilidad en la autoridad de la Palabra de Jesús.

En ese pasaje bíblico se menciona a un hombre gravemente enfermo, un siervo al que el Centurión apreciaba mucho, tanto como un amigo y del cual sintió compasión. El soldado buscó la ayuda de Jesús. Se acercó, le rogó, le suplicó y le pidió con humildad, diciéndole al Señor, a manera de paráfrasis: ‘‘Yo creo que basta, es suficiente con que tú lo digas Jesús, que mandes, que des la orden y yo estoy seguro que mi siervo quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste:

“Vete”, y va; y a otro:

“Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.

(Mateo 8:8,9)

¿Qué nos revelan estas palabras?

Sin duda, una gran confianza, una total dependencia en el Señor, una fe absoluta en la palabra de Jesús.

El centurión era un soldado que sabía lo que era obedecer a sus superiores y que él a su vez tenía soldados que obedecían sus órdenes.

Que cuando decía “vamos hacia el frente”, todos iban hacia el frente, y si decía,”vamos a retroceder “, entonces sin vacilar, todos retrocedían. Por tanto, el Centurión consideró que era innecesario que Jesús fuera a su casa, porque creía que Jesús tenía la suficiente autoridad, para dar órdenes y sin duda, se iban a cumplir.

El Centurión creyó y confió plenamente que Jesús era tan poderoso que si mandaba a la enfermedad que se fuera, se iría.

El Centurión creía que si Él decía ‘‘haz esto’’ se cumpliría. De tal forma que Jesús quedó maravillado por su fe y dijo a los que le seguían:

Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande

(Mateo 8:10)

Y dijo Jesús al centurión: “Anda, que te suceda como has creído”.

(Mateo 8:13)

Dice Jesús al Centurión: que suceda lo que has creído. ¡Qué sencillo! Jesús sólo le pide al Centurión una cosa: creer en la autoridad de su Palabra. Es decir, que no hace falta que Jesús vaya a su casa, no hace falta que Jesús ponga sus manos sobre el siervo enfermo, no, sólo hace falta una palabra de Jesús y la palabra de Jesús fue: ‘‘que te suceda como has creído’’.

Entonces, el soldado volvió a su casa convencido de que su siervo había sido sanado en aquella hora. A nosotros, a veces nos pasa que sólo creemos lo que vemos, como el discípulo Tomás, ver para creer. El soldado no había visto a su siervo curado, pero lo creyó, no tenía ninguna duda. Y termina el Evangelio de Mateo diciendo:

Y en aquella hora sanó el criado

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(Mateo 8:13)

El siervo sanó porque así lo creyó el soldado que se acercó a Jesús suplicando una palabra, una orden del Todopoderoso y la encontró.

Apreciable lector:

No sé cual sea tu necesidad o problema, pero Jesús sigue siendo el mismo, sigue teniendo autoridad y poder. Cree hoy mismo en el poder de su Palabra, cree que el Evangelio de Jesús es poder de Dios para salvar a todo aquel que cree, que Él tiene autoridad para salvarte de la condenación eterna, poder para sanarte de toda enfermedad, porque al que cree todas las cosas le son posibles.

Puedes tú también como el centurión, acercarte confiadamente hoy a Jesús y decirle: Señor, solamente di la Palabra y mi vida cambiará, mi temor se extinguirá, mi carga desaparecerá.

Te invito a que pongas tu fe en Jesucristo, que creas que Él te ama, que Él murió por ti en la cruz, que resucitó y vive para siempre, que está a la diestra de Dios intercediendo por ti.

Cree que Dios es un Dios de oportunidades. Cree que Él te habla hoy y te dice:

Venid a mi todos los que estáis cargados y cansados que yo os hare descansar.

Acepta hoy a Cristo como tu Salvador y hazlo tu único camino que te lleva a Dios.

Oración POR SALVACIÓN:

Señor Jesús: Reconozco que soy pecador. Te pido con todo mi corazón que perdones todos mis pecados. Creo en tu Palabra, que diste tu vida por mí en la cruz. Confieso con mi boca que tú eres el Señor y mi único y suficiente Salvador. Jesús, entra y habita desde hoy en mi corazón y ayúdame a serte fiel todos los días de mi vida.

Que la paz de nuestro Señor Jesucristo sea contigo y tu familia. ¡Shalom!

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